Tenía el pantalón lleno de polvo. No había tiempo de tomar desayuno. El viaje fue anticipado para conocer el bosque de queñoa más grande que tiene Arequipa. Chiguata está ubicada a 40 minutos de la ciudad de Arequipa y allí sobrevive un bosque.
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A los 30 minutos, mientras conversábamos baja un volquete por el sentido contrario de la carretera. Estamos por la carretera vía Arequipa- Puno, ya en el sector de El Simbral. La carretera se ve en mal estado. El vehículo de carga pesada levanta polvo. Nos tapa. Don Roberto desacelera. Y a los costados no noto la queñoa, pero me dice que allí está. Que ya estamos llegando y que observe el problema que tienen por la polución. Quizá el sueño me impida ver con claridad, pero no. La queñoa se deja ver como si fuera una mata enana, cubierta de polvo. Luce gris. Pálida y casi muerta. El impacto del polvo es fuerte. Pero las queñoas parecen resistirse a morir.
La ausencia de lluvia es un tema recurrente. Y las pocas visitas de entidades competentes se convierte en un causal. Don Roberto compromete el rol de las autoridades ambientales.
No se siente el frío. Pues en época de mayo a agosto la temperatura es calcinante. Pero el calor ha predominado este año. Conozcamos la tercera parte en el reportaje audiovisual “Queñoa: Madre de los Andes”